SU VIDA
Bernardino Ramazzini hace ya
300 años publicaba sus observaciones respecto a las posibles vinculaciones
entre el trabajo y la salud. No obstante el tiempo transcurrido, la actualidad
nos demuestra que pese al avance del conocimiento que tenemos en nuestro tiempo,
en algunos casos no hemos avanzado nada, sobre todo en nuestro país.
El trabajo, tal como se lo
considera hoy resulta imprescindible para una vida saludable, tanto por la
retribución económica que comporta, como por el hecho social que contribuye a
la realización de aspecto positivo puede acompañarse de otro negativo: las
alteraciones del estado de salud derivadas de las condiciones y medio ambiente
de trabajo en las que se desarrolla. Quien fue el primer médico que relacionó
las patologías de una persona con las tareas que realizaba, fue precisamente
Bernardino Ramazzini en el 1700.
Bernardino Ramazzini, nació en
Carpi , en 1633, se formó como médico en Parma y ejerció después en Roma. En
1682 fue contratado como profesor de la Facultad de Medicina de Módena. Allí
permaneció durante un largo periodo de tiempo hasta trasladarse a Padua como
profesor de “Práctica médica”. Murió en esta ciudad el 5 de noviembre de 1714.
En 1665 se casó con Francesca
Righi. Tuvieron cuatro hijos. Practicó la medicina y participó de forma activa
en la vida cultural de la ciudad. En 1671, después de permanecer ocho años en
Carpi, marchó con su familia a Módena donde llegó a ser ayudante de Antonio
Ferrarini, médico personal de Francesco II d’Este. Allí, según se sabe por las
cartas que mandó a su sobrino Bartolomé, sufrió diversas dolencias que
debilitaron su salud.
En 1682 fue contratado como
profesor de ‘Instituciones médicas y Teoría de la medicina’ en la refundada
Universidad de Modena. En 1691, con Francesco Torti y Antonio Abbati obtuvo el
nombramiento de médico de la corte. Había adquirido gran reputación como médico
y como profesor. Durante esta etapa escribió comentarios a los textos
hipocráticos, piezas literarias, documentos sobre temas de física, geología e hidrología.
Perteneció a la “Accademia dei Dissonanti” y gracias al prestigio que le
proporcionaron sus trabajos, fue admitido en la “Academia Naturae curiosorum”
de Viena.
El 26 de agosto de 1700 se
trasladó a Padua donde fue contratado por el Senado veneciano como segundo
profesor de ‘Práctica médica’ de su prestigiosa Universidad. En 1708 ocupó el
puesto de primer profesor, también fue decano de la Facultad. Mientras tanto,
su salud siguió empeorando. En 1704 fue nombrado miembro de la Academia de Arcadia
o de los Arcades. A partir de 1705 se manifestaron los problemas de la vista y
tuvo que aceptar la ayuda de un copista, mientras que sus sobrinos, que vivían
con él, le leían y también le escribían. De esta manera siguió enseñando y
escribiendo.
Durante su etapa en Padua, la
actividad de Ramazzini fue igualmente sobresaliente. Sus biógrafos destacan la
“Oratio saecularis” de 1700, en la que discute el progreso de la medicina de su
época. En su “Orationes Iatrici Argumenti” de 1708, se refiere a varios aspectos
de la teoría y práctica de la medicina.
SU OBRA
El comenzó a realizar la
pregunta a todo enfermo que entrevistaba ¿En que trabaja usted?, algo que hoy
es muy común sobre todo en los médicos del trabajo. Hoy parece muy obvio, pero
en esa época era toda una novedad.
Ramazzini se ocupa en su primer
texto ya mencionado, de cincuenta y cuatro tipos de ocupaciones, como los
doradores, los mineros, los farmacéuticos y las intoxicaciones que sufrían a
consecuencia del mercurio; los que coloreaban vidrios y sus problemas debidos
al uso de antimonio; los pintores y las enfermedades que les producía el plomo
que empleaban, etc. Pero también recoge las alteraciones que producían agentes
como el calor, el frío, la humedad o el ruido y las que eran consecuencia de adoptar
posturas inadecuadas, del sedentarismo o de los movimientos que los
trabajadores desarrollaban durante sus tareas, o del exceso de peso que tenían
que mover.
No fue sistemático ni lo
pretendió, pero sí puede considerarse como el que inició el estudio de las
enfermedades profesionales. Su libro es un ejemplo de recolección de datos, de
poner en primer plano su experiencia y de su lucidez relacionando su
información con la de sus antepasados y sus contemporáneos, algo que no era
demasiado frecuente en los escritos de tipo académico.
No obstante estar escrito en
latín antiguo, lengua que sólo usaban algunos eruditos, es muy original la idea
de investigar y difundir este tipo de enfermedades y la importancia que concede
al medio ambiente de ser de interés público.
En su libro, también deja
constancia de las diferentes categorías sociales de la época: desde los que
vaciaban los pozos de aguas sucias hasta los soberanos, pasando por los
artistas y demás ocupaciones habituales en esa época. Para Ramazzini, la peor
enfermedad era la pobreza, algo que también sucede en nuestros días.
Su obra más apreciada con los
años fue la relacionada con las enfermedades de las distintas ocupaciones u
oficios. A lo largo del siglo XVII fue abandonándose el estudio de la
influencia de los diferentes factores ambientales bajo la perspectiva del
galenismo. El tema preocupó a Ramazzini desde que era estudiante, pero mientras
estuvo en Módena, pudo comprobar las condiciones de extrema pobreza de la
población y las pésimas condiciones de trabajo, a lo que se unía la malaria.
Algunos de sus trabajos ya
relacionaban la sociedad con el trabajo y cómo ambos elementos influían en la
salud de los trabajadores. Ramazzini visitaba los centros de trabajo para
observar de primera mano lo que allí se hacía, los procedimientos y técnicas
empleados, y los materiales y las sustancias que se utilizaban en cada oficio.
Pero no se quedó ahí, les entrevistaba y les preguntaba acerca de las molestias
y enfermedades que padecían, cómo evolucionaban, etc. Completaba después toda
esta información con lo que la literatura de la época y del pasado le podía
aportar, lo que explica la gran cantidad de referencias que se encuentran en su
obra.
Hubo una segunda edición en
Pádua en 1713 y nuevos capítulos como los dedicados a los impresores,
tejedores, carpinteros, afiladores de navajas, marineros y remeros, fabricantes
de ladrillos, cazadores, fabricantes de jabón etc.
En 1712 también escribió “De
principum valetudine tuenda commentatio”, sobre la higiene de los gobernantes y
que algunos unen a los textos de De morbis artificum diatriba, aunque ni de
lejos su minuciosidad y originalidad puede comparársele.
EL MOTIVO DE SU OBRA
Las causas por las que
Ramazzini escribió De morbis artificum diatriba lo deja bien claro en él, así
podemos leer, lo que él mismo nos comenta:“Relataré el incidente donde me surgió la idea de escribir este tratado
sobre las enfermedades de los trabajadores. En esta ciudad de Módena, tan
densamente poblada para su tamaño, las casas están muy juntas y tienen gran
altura, y se acostumbra a limpiarlas cada tres años una por una, así como
destapar las cloacas que se entrecruzan por debajo de las calles. Mientras
hacían este trabajo en casa, observé a uno de estos obreros que realizaba su
tarea en aquel infierno y me fijé en que parecía muy aprensivo y tenía todos
los nervios en tensión. Me condolí del sucio trabajo que ejecutaba y le
pregunté por qué se daba tanta prisa y por qué no lo hacía con más lentitud,
con el objeto de evitar la fatiga que trae consigo todo trabajo forzoso. El
pobre alzó los ojos desde la caverna, me miró y dijo: Nadie que no lo haya
hecho puede imaginarse lo que cuesta permanecer más de cuatro horas en este
sitio; es lo mismo que quedarse ciego”. Más tarde, cuando salió de la
cueva, le examiné los ojos con cuidado y observé que los tenía muy irritados y
oscuros. Le pregunté si los obreros de su oficio usaban con regularidad algún
remedio particular para esta molestia. “Sólo esto, me contesto, vuelven
inmediatamente a sus casas, como yo lo haré ahora, se encierran en un cuarto
oscuro, permanecen en él durante un día y se lavan los ojos de vez en cuando
con agua tibia; de esta forma pueden aliviar algo el dolor”. Entonces le
pregunté si tenía sensación de quemadura en la garganta, molestias
respiratorias o ataques de jaqueca; si el hedor lastimaba su nariz o le causaba
náuseas. “Nada de eso, contestó, en este trabajo sólo se lastiman nuestros
ojos, ninguna otra parte. Si continúo en él, muy pronto me volveré ciego, como
les ha sucedido a otros”. Me deseó buenos días y se marchó a casa con las manos
sobre sus ojos. Después de esto, vi varios obreros de su mismo oficio a medio
cegar o ya ciegos que pedían limosna en las calles de la ciudad.»
Cada capítulo comienza con la
descripción de los trastornos que acompañan a cada profesión o a cada oficio.
Muchas de ellas ya habían sido descriptas, pero el mérito de Ramazzini es
relacionarlas con un tipo de trabajo determinado y añadir los datos recogidos
en sus entrevistas y observaciones. Esto proporciona a su obra un enfoque
novedoso. Ya no se habla de una enfermedad que afecta a un individuo, sino de
una enfermedad que afecta a un grupo en relación directa con la actividad que
desempeñan sus miembros y al medio ambiente en el que la desarrollan.
El interés en este tema fue
creciendo a partir de la obra de Ramazzini. Por ejemplo, ahí está la enorme
literatura que se produciría a lo largo de la Ilustración. El libro de
Ramazzini, además, no ha dejado de ser objeto de traducciones a varios idiomas
y de nuevas ediciones desde que se publicó. Sin lugar a dudas, cuando en la
actualidad hablamos de medicina del trabajo, del deporte, de epidemiología, de
salud medioambiental y de otras ramas de la medicina, no podemos olvidar la
contribución de Ramazzini.
SU LEGADO
Para hacer el diagnóstico de
enfermedad del trabajo Ramazzini no se limita a considerar la disposición de
los elementos clínicos, debe superar las dificultades equiparables a aquellas
que encuentra un médico de hoy de frente a una enfermedad crónica o de frente a
los indicadores precoces de enfermedad. Debe por eso estudiar el ambiente de
trabajo y adoptar modelos interpretativos particulares.
Esta contribución que nos da
Bernardino Ramazzini dedicando su atención por más de 20 años al estudio y
atención de las enfermedades asociadas con ocupaciones específicas, hoy en día
no ha perdido vigencia y el contenido del mismo sirve como base de estudios,
tanto para la carrera de Higiene y Seguridad, como la Medicina del Trabajo.
Sorprende que los determinantes
apuntes laborales registrados hace tres siglos por Ramazzini, hoy con los
matices del progreso en todos los ámbitos y especialmente en la Prevención,
sean de tanta utilidad.
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