Durante el mandato de Antonio
Guzmán Blanco (1870 – 1888), la
inversión extranjera y el desarrollo de algunas actividades comerciales en el
país fueron notorias, que de alguna forma establecieron el auge de las
relaciones de trabajo donde los beneficios eran exclusivamente para la clase
capitalista, siendo subordinada la clase obrera, es por ello que empezaron a
surgir pequeñas organizaciones de trabajadores que luchaban por mejorar la
calidad de vida de cada uno de ellos.
El 28 de Octubre de 1896 se
produce en Caracas el primer Congreso Obrero que contó con la participación de
diferentes gremios de carácter artesanal y poca asistencia del proletariado,
para determinar la manera más eficiente de propagar la instrucción pública,
establecer sociedades cooperativas y fomentar una economía real entre las
clases obreras trabajadoras.
Durante las primeras décadas del
siglo XX, el desarrollo y auge de la naciente industria petrolera, fomento la
formación de asociaciones de mutuo auxilio que llegaron a unir gran parte de
los obreros venezolanos, sin embargo no se mencionaba o establecía un sindicato
formal a causa de la política nacional existente.
Es a partir de 1936, tras la
muerte de Juan Vicente Gómez y la llegada de Eleazar López Contreras al poder,
que nace la lucha por la democracia del país, en donde el movimiento obrero
tiene sus inicios y se permitió formalmente la creación de organizaciones
sindicales para la obtención de mejoras sociales. En este periodo de tiempo la
importancia del llamado cobró fuerza entre los obreros lo que permitió
estructurar rápidamente una “Federación Obrera en Venezuela”, y establecer el 1er
Congreso de Trabajadores.
Al finalizar el congreso quedo
aprobada la creación de la “Confederación Venezolana del Trabajo (CTV )”,
conformada por un presidente y un comité nacional.
Tras la disolución de los
partidos políticos de izquierda y su expulsión del país por mandato del
presidente López Contreras, impulso el 1 de mayo de 1938 en Caracas la
celebración de una Conferencia Sindical Nacional a la cual asistieron 99
delegados que agrupaban a 49.000 trabajadores con el fin de restablecer las
conversaciones y luchas sociales mancomunadas.
En la segunda mitad del siglo XX,
cuando Pérez Jiménez toma el poder, a los tres meses de su gestión disuelve la
llamada CTV y sus federaciones, generando persecuciones, torturas, exilios y
hasta la clandestinidad del movimiento sindical sobreviviendo solo las más
fuertes, que formarían el Comité Obrero de la Junta Patriótica y promoverían la
convocatoria a huelga general de tres días que acabaría con la represión dictatorial
y la caída del gobierno.
Con el restablecimiento de la
democracia, la actividad sindical fue entorpecida por la adscripción de sus
dirigentes a los partidos políticos lo que entorpeció la autonomía de sus
autoridades en la toma de decisiones en favor de la clase trabajadora por sus
propios beneficios, comenzando a perder credibilidad y ganarse el rechazo de la
opinión pública nacional.
Al pasar los años, llega a la
presidencia Rómulo Betancourt que durante su gestión presidencial hizo de los
dirigentes sindicales afiliados al gobierno los difusores del reformismo del
movimiento obrero nacional dando origen a lo que se conoció como la “Paz
Laboral”, gestiones que se llevaron a cabo mediante la celebración de contratos
colectivos de trabajo de larga duración que eliminaban situaciones conflictivas
entre los patronos y sus trabajadores.
En los años 1999 -2000 se ven
acentuados los grandes cambios cuantitativos de la clase obrera, que ha venido
preparándose para ocupar cargos de mayor prestigio dentro del campo
tecnológico, que provee mejores beneficios salariales, y menos jornada laboral,
aunque con mayor carga intelectual y de preparación continua.
El movimiento sindical ha venido
a través de los años cobrando mayor fuerza, dejando enmarcada la presunción de
luchar por mejorar la calidad de vida de los trabajadores y la clase obrera
menos protegida. Ha buscado consolidarse haciendo uso de los derechos
establecidos dentro del marco legal que contemplan las leyes y reglamentos de
la nación.
El movimiento sindical
frecuentemente practica la política de conciliación de clases, donde lo
fundamental es mantener la democracia y evitar los riesgos que puedan afectar
el libre desenvolvimiento de la producción económica, para ello buscan defender
los derechos de la clase obrera procurando no subordinar al proletariado que de
una u otra forma mantiene el control de la producción que genera los recursos
para solventar los problemas y necesidades de la población trabajadora.
Se hace notar que en los actuales
momentos los movimientos sindicales continúan vigentes y proponen mesas de diálogo
y conciliación con los entes públicos y privados, sin embargo el control en la
toma decisiones sigue estando en manos de quienes se adjudican al partido
político predominante, dejando de lado las discusiones sobre los beneficios en
las contrataciones colectivas, en donde solo dan importancia a los intereses
políticos por encima de los beneficios del colectivo.
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